Frente al tema que Tonalestate, International Summer University, nos propone en su edición 2023, preguntémonos, en nuestro actual contexto, en la masa incognoscible y desconocida que es el universo, y más aún, en el misterio inaudito que representamos tú y yo, seres humanos: ¿todavía es útil conocer el arte?
A este punto, quisiera plantear velozmente dos
perspectivas: desde el punto de vista del público, del espectador, y desde la
visión del artista.
Respecto al primero, se podría decir que las obras de
arte son “cosas maravillosas por conocer”, como leemos en el retro manifiesto
de este año. Y es que el arte debería provocar nuestra conciencia, elevar
nuestro ánimo. No cabe duda que la experiencia de la belleza es algo importante
y fundamental para el ser humano, abriendo a una brecha hacia preguntas
significativas, que lo ayudan en su búsqueda de una realidad originaria que
preceda su fealdad, en el mundo de hoy día invadido, por la globalización y
mundialización, de individualismo y homologación dominante, ¿cómo el arte puede
ayudarnos a desenmascarar la falsedad y ayudarnos a vislumbrar una luz? ¿Continúa
despertando maravilla en nosotros?
“Comediante” - Maurizio Cattelan |
Viendo la obra “Comediante” – una banana pegada a la pared con cinta adhesiva – del artista italiano Maurizio Cattelan, ¿podríamos vivir una experiencia de maravilla? ¿Qué pasó a quienes observaron, en su momento, la Olympia de Manet? y aún ¿Por qué la maravilla y la belleza del arte no bastó a evitar la crisis iconoclasta de edad bizantina? Ciertamente en nuestra realidad contingente, las expresiones del arte han cambiado considerablemente, y tal vez las esculturas Balloon dog de Jeff Koons resultan menos persuasivas y convincentes respecto a lo que un fresco medieval lograba en su época. ¿El artista olvidó cuál es el principio por el cual produce su obra?
"Balloon dog" - Jeff Koons |
En la actualidad, el arte parece expresar demasiado la
“sinceridad” del artista, demostrándose en este aspecto, esclava de la
mentalidad común y dominante. El arte hoy día trata de impresionar,
concentrándose más en el aspecto de las técnicas mientras que reivindica una
cierta “libertad” creativa y libre de leyes. Esto causa una mayor dificultad de
comprensión, la vuelve menos universal y al mismo tiempo, fugaz. Impresiona,
pero no maravilla.
El deber del artista, además de dar bellos cuadros o
bellas obras, debería ser, según su experiencia vivida, actuando con
creatividad y con las capacidades, los dones y los recursos que posee, dar un
testimonio de vida sincero. De hecho, si el artista no dice lo que ve y vive,
dirá tal vez lo que quisiera o lo que le imponen. En el arte, la historia del
arte y de los artistas, podemos recordar muchos de estos episodios: el Barroco
doblegado a la monarquía y al absolutismo o el arte del Tercer Reich, aprobado
oficialmente por el partido nacionalsocialista.
"La noche estrellada" - Vincent Van Gogh |
Pero ¿qué pasa o ha pasado cuando el artista ha escuchado
lo profundo de su ser? Imposible no pensar a la Pietà de
Miguel Ángel o la misma Capilla Sixtina, o a la “noche estrellada” de Van Gogh.
Aun si estos artistas jamás tuvieron un verdadero y
propio atelier con estudiantes o seguidores o formaron parte de un grupo o
tuvieron un gran maestro. Miguel Ángel no tuvo algún allievo oficial - si bien sus dibujos fueron difusamente copiados –
al contrario de Rafael Sanzio, que tuvo una exitosa Bottega, gracias a la cual su estilo se esparció por toda Europa,
incluso después de su muerte. Vincent Van Gogh tuvo muchas dificultades en sus
relaciones, como demuestra su atormentada y breve amistad con Gauguin. Aun si
Van Gogh no tuvo un maestro que concretamente le enseñara, podríamos decir que Jean-François
Millet fue uno de éstos, puesto que han experimentado la misma maravilla por la
realidad.
"Rest after work" (after Millet) - Van Gogh |
"Rest after work" - Jean-Francois Millet |
¿Y cómo puede un artista ser lo que es sin haber conocido
grandes maestros? ¿Por qué sus obras son potentes, universales y logran todavía
hablar al corazón del ser humano?
Tal vez, lo que necesitamos, en nuestra aventura en el
mundo del arte y en las disciplinas artísticas, es la ayuda de un benigno
maestro –como el joven ayudado por Eratóstenes de la obra de Bernardo Strozzi– que
nos ayude a descubrir que es posible vislumbrar un poco de gracia en ellas, en
el estudio del arte, y en el arte del estudio.
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