viernes, 28 de junio de 2024

Brevissimo excursus sulla città nell’arte III.

 


Canaletto,Il bucintoro. 1745-1750. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid

Nel Seicento vedremo una diversità di rappresentazioni figurative, che vanno dai vedutisti – Vermeer e Canaletto in primis – fino alle scene di genere dei Bamboccianti; un approccio, se vogliamo, più reale e sincero rispetto alla pittura rinascimentale.

Jan Miel, Public domain, via Wikimedia Commons


Poi, nel Settecento, il Grand Tour in cui i viaggiatori si fanno ritrarre ai piedi delle antiche vestigia romane da artisti come Pompeo Batoni, o arrivare sino a Pompei per ammirare le rovine della città. Il “Viaggio in Italia” era fondamentale per lo studio dell’arte romana e rinascimentale, che sarà fondamentale per il periodo Neoclassico.


Intervento alla Kermes Culturale Tonalestate 2020

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jueves, 27 de junio de 2024

Brevissimo excursus sulla città nell’arte II.

 


Nel medioevo la vediamo circondata dalle mura che delimitano i suoi confini, la difendono e la proteggono dalle calamità, ma che, allo stesso tempo, ne assicurano l’identità. 
Le immagini delle città sono comunque immagini simboliche e, infatti, non è strano vederle rappresentate murate dentro a forme geometriche, che molto probabilmente richiamano una sorta di città perfetta, la Civitas Dei.


Nella seconda metà del Quattrocento vedremo artisti avvicinarsi ai nuovi principi della prospettiva e, in pieno Rinascimento, farne un uso sapiente, creando spazi ben ragionati e saldamente costruiti, luoghi ideali in cui l’uomo può finalmente occupare il ruolo che gli spetta. Si pensi alla Scuola di Atene di Raffaello, in cui la reinterpretazione della Basilica di Massenzio con la sua volta a cassettoni fa da fondale ai maggiori filosofi dell’antichità. Inoltre, bisogna ricordare anche il grande sviluppo urbanistico e architettonico che si compie a Roma a cavallo tra Cinquecento e Seicento.



Intervento alla Kermes Culturale Tonalestate 2020
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miércoles, 26 de junio de 2024

Brevissimo excursus sulla città nell’arte I.

 

Sono entusiasta di poter collaborare a questa nuova edizione di Tonalestate, anche in questa nuova modalità che, anche se non fisicamente, ci permettere di essere i contatto da tutte le città del mondo. La città nell’arte spesso è stata la quinta scenica in cui le passioni, le inquietudini, le paure e i desideri dell’uomo si sono alternate da sempre: luci e tenebre, mari, montagne, deserti, e poi campi di battaglia, terre conquistate, terre sante e di crociate, città ideali o utopiche, scene di vita quotidiana, di angosce, di speranza, di sogno, di protesta e di umile domanda sono alcuni dei molti scenari che, pensando alla rappresentazioni delle città nell’arte, si potrebbero citare.


La città, come forse si potrebbe pensare, non è mai statica, ma sempre in costante evoluzione, ovviamente in sintonia con il contesto storico.

Nell’antichità la città è il luogo delle grandi gesta e delle guerre, ne è una testimonianza la famosissima Colonna Traiana, realizzata da Apollodoro di Damasco, in cui scene di guerre si stagliano su sfondi naturalistici.

Intervento alla Kermes Culturale Tonalestate 2020
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martes, 25 de junio de 2024

UN CANTO QUE NO SE PUEDE CONTENER

 En el cuadro “David” de 1914, Marc Chagall nos muestra un joven, probablemente algún amigo conocido duran- te los años parisinos o algún colega en Vítebsk, lugar al que Chagall se trasladó en ese año. Poco sabemos sobre la identidad del personaje retratado, aún si para Chagall el pueblo no es un elemento estático, sino el sujeto, el protagonista de la historia.

De hecho, lo que nos interesa aquí es su canto: sus ojos nos recuerdan a los del arte egipcio, donde la mirada hierática nos remite a un infinito, a un lugar fuera del tiempo; en su rostro se dibuja una sonrisa con un poco de incertidumbre, la atmosfera a su alrededor es incierta, confusa, gris. Su condición es la de todo hombre y mujer, que frente a la vida percibe a un cierto momento, como un vacío inmenso que colma su jornada.

Existe de hecho en cada uno de nosotros una nostalgia de algo completamente diferente de los que somos, algo que va más allá de mi consistencia material. Esta nostalgia de infinito, factor último de mis necesidades, me indica que la raíz de la cual provengo no se me ha dado total y exhaustivamente por mis antecedentes biológicos, químicos y físicos, tampoco me la dieron íntegramente mis padres, tanto que ellos no pueden sondear el fondo de mi ser.

“Existe de hecho en cada uno de nosotros una nostalgia”

Por lo tanto, de la insatisfacción natural y estructural por mi destino, inicia mi reconocimiento de un fundamento originario de Algo que me supera y trasciende, en lo que están depositados mis nostalgias, mis deseos, mis acusaciones. No obstante la hostilidad de la circunstancia, Existe en mi un imperativo deseo de felicidad, de positivo, de un sentido último. Este canto que se eleva es el signo de esta nostalgia que llevo dentro, el deseo que tengo que mi destino sea positivo. Este canto es una invocación (si hecho con sinceridad) que busca una respuesta, en la esperanza de que más allá de las estrellas que brillan en el cie- lo, haya una luz que ilumine el mundo entero.

Salió el sembrador a sembrar.

 

El sembrador es una obra de 1850, realizada por el artista Jean–François Millet, que se conserva en el Museum of Fine Arts, de Boston. La obra nace en un periodo de cambio, en medio del panorama político francés. No queremos en este momento analizar el contexto socio-político, sino ver qué es lo que hace de esta obra, universal y contemporánea. Van Gogh copió mucho el trabajo de Millet, pues lo consideraba su maestro y guía espiritual.

De hecho, es difícil no pensar en el texto bíblico y en las alusiones a la parábola del sembrador. El sol todavía está saliendo cuando el sembrador ya está obrando. Camina, casi corre, avanza con paso decidido hacia la realización de su tarea... aún cuando se trata de una labor de la cual no se sabrá el  resultado si no posteriormente. Avanza tan seguro que parece tener la certeza de que su trabajo será llevado a cabo por alguien más, o que su esfuerzo y sacrifico no serán inútiles.

¿O es un loco? ¿Agita sus brazos en la búsqueda desesperada de tierra fértil?

Su cabeza se mantiene alta y firme, no sabemos si sus ojos siguen el movimiento de sus brazos, así como los ojos del artista siguen cada pincelada. Su rostro se pronuncia hacia el frente; este sembrador parece un ciego que deposita su entera confianza en algún buen amigo que lo conduce a casa. En sus brazos vemos sentimientos encontrados: su mano izquierda aferra con decisión el saco, como si llevase consigo alguna especie preciosa, mirra u oro; pero en su brazo derecho y en su mano vemos toda la libertad de quien se abandona en un gesto de gratitud. La semilla se protege, se custodia, pero sólo si  muere dará fruto.

“Sembrar es llevar al mundo el deseo de un positivo.”

En el sembrador notamos una tensión de quien tiene conciencia de haber recibido una tarea: lanzar la semilla, o sea anunciar la realidad; no en sentido periodístico informativo, sino como formación de un corazón, de una naturaleza, en sentido biológico. Anunciar la realidad de algo positivo. Así el sembrador deja su mundo, sus pequeñas seguridades y certezas y sale hacia el mundo de su verdadero deseo, ese que constituye el motor de la vida y que le da gusto, fuerza, valor y esperanza frente a todo dolor o dificultad. He aquí pues, el sembrador que sale a sembrar.

Uccellacci e uccellini

  PAJARracos y pajaritos Pier Paolo Pasolini, 1966. Int.: Totó, Ninetto Davoli, Femi Benussi. Italia. VOSE. 100 min. DCP Sinopsis “Escandali...