10.4.10

Mémoires de ma vie

Doce en punto del mediodía. En espera del autobús de las once y cuarenta y cinco. Observo el reloj tanto para pasar el tiempo. El reloj tiene el vidrio roto, es un regalo. Con la lengua me toco los dientes: tres quitados,  dos con grandes caries, abundancia de heridas y encías inflamadas. Pierdo los cabellos. Me siento un poco incompleto. Absurdo que estas mínimas cosas me hagan pensar a mi imperfección. Al fin y al cabo ¿Quién es perfecto? Recuerdo que cuando frecuentaba el instituto franciscano, en la hora de la lección de español, debíamos escribir un ensayo. Recuerdo solo que el mío se llamaba sentido de vida, que comenzaba "comienza siempre llorando y así, llorando se acaba como dice la canción..." y que recibí un aplauso de parte de la Prof. y de mis compañeros, no recuerdo mas. Entonces como ahora, sentí un grito alarmante dentro.

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