viernes, 4 de julio de 2025

L'età del ferro è oggi. di Tomasso Montanari


Nell’età del Ferro se ne andarono il pudore la sincerità, la fiducia, e presero a regnare invece le frodi, gli inganni, la violenza e un amore criminale del possesso…. E alla fine la Giustizia lasciò la terra, inzuppata di sangue, per tornarsene in cielo. Sono più o meno queste le parole delle Metamorfosi di Ovidio che Pietro da Cortona si vide consegnare dalla corte medicea per immaginare il suo affresco sull’età del Ferro, ultimo dei quattro della piccola Sala della Stufa, a Palazzo Pitti dedicati alle fasi della storia umana. Il risultato lo vedete: una città è messa a ferro e a fuoco, mentre soldati in armi uccidono vecchi, rapinano donne e templi, uccidono e violentano senza freni. Il nuovo ‘stile concitato’ – qualche decennio più tardi prenderemo a chiamarlo ‘barocco’ – raggiungeva la sua maturità, in una terribile eloquenza: il movimento, la furia, la forza erano quelle delle guerre vere, le guerre sanguinose che gli uomini e le donne del Seicento conoscevano bene.

Mai come oggi, tuttavia, queste immagini sembrano parlare del nostro, di tempo: di questa età ferrea in cui i governanti non sono saggi, anzi sono pericolosi esaltati. E in cui il diritto è di nuovo sottoposto alla forza: senza nemmeno l’ipocrisia di un nascondimento, di un velo di resipiscenza, per non dire di vergogna. La legge del più forte è teorizzata, celebrata, propugnata: purché il più forte siamo noi. Così, vedendo questo affresco i cantori dell’‘identità occidentale’ (quelli che riscrivono i programmi scolastici di questa età di ferro…) ci suggerirebbero un’unica accortezza: di identificarci con chi il ferro lo brandisce, non con chi lo subisce. Con i vincenti, non importa quanto mostruosamente violenti: la parte giusta della storia è questa, ora. Con Trump, non con i civili iraniani. Con Netanyahu, non con le persone di Gaza… E le altre tre età dipinte dal Cortona non mette conto nemmeno guardarle: a pena di farsi chiamare ‘anime belle che ancora credono nel diritto a tutela del più debole’. Che, prima di sprofondare in questa epoca ferrea, non era mica un’offesa.

jueves, 3 de julio de 2025

miércoles, 2 de julio de 2025

V I O L E T T E - N O Z I È R E S / Paul Eluard - Max Ernst

 



Cuando el pelícano

 

Los muros de casa se parecen

Una voz de niña responde

Sí como un grano de trigo y las botas de las siete leguas

Sobre una de las paredes están los retratos de familia

Un mono al infinito

Sobre la otra pared está la puerta de este cuadro mutable

Donde yo penetro

Antes

 

Luego bajo la lampara se discute

De un mal extraño

Que vuelve locos y geniales

La niña tiene lumen

Polvos misteriosos que viene desde lejos

Y que se gustan a ojos cerrados

 

Pobre angelito decía la madre

Con el tono de las madres menos bellas que las hijas

Y celosas

 

Violette soñaba baños de leche

Bellos vestidos de pan fresco

Bellos vestidos de sangre pura

Un día no habrá más padres

En el jardín de la juventud

Habrán desconocidos

Todos los desconocidos

Los hombres por los cuales se es siempre diferente

y la primera

Los hombres por los cuales se escapa de sí misma

Los hombres por los cuales no se es hija de nadie

Violette ha soñado de deshacer

Ha desecho

El horrible nudo de serpientes de los vínculos de sangre


(Versión de Ruiz T. Benqué)




martes, 12 de noviembre de 2024

LA MUJER 100 CABEZAS (?) - Max Ernst.- 1


La Femme 100 têtes [La mujer 100 cabezas o La mujer sin cabeza, ya que fonéticamente en francés 100 = sans = sin] (1929) es una de las tres novelas en imágenes  publicadas por Max Ernst (1891-1976): El arte occidental siempre ha intentado desgarrar de un tirón las camisas de fuerza del cuerpo aprisionado: pero a nadie le ha salido tan bien esta insurrección como a Max Ernst en las novelas-collage que inventó y llevó a su punto culminante entre 1929 y 1934. Son imágenes acompañadas de epígrafes extasiados y recortadas de las ilustraciones de novelas por entregas del siglo XIX y principios del XX, llenas de doncellas sensuales e inocentes minadas por los pupilos sombríos de Sade, y de señores con trajes y polainas negras que ocultan manías vergonzosas, mientras que en el fondo tiembla la «ciudad llena de sueños» de Baudelaire y de nuevo «el espectro atrae al transeúnte en pleno día». Un montaje onírico heredado, pues, de los feuilletons, pero que Ernst, con su montaje de yuxtaposiciones misteriosas y cortes oscuros, de exaltación del azar e intoxicación de la analogía, con su cine a cámara lenta y su cómic para sólo adultos - niños, supo transformar en estandarte del perenne levantamiento del deseo.


PRIMER CAPÍTULO



Delito o milagro: un hombre completo.

Uccellacci e uccellini

  PAJARracos y pajaritos Pier Paolo Pasolini, 1966. Int.: Totó, Ninetto Davoli, Femi Benussi. Italia. VOSE. 100 min. DCP Sinopsis “Escandali...